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  • Por Lic. José Roberto Ortega Ramírez

LA MORAL DEL ABOGADO


D. Ángel Osorio y Gallardo, escribió “El Alma de la Toga” y considera que la abogacía no es una consagración académica sino una concreción profesional, que nuestro título no dice "abogado" sino de "licenciado en derecho".


Todo el mundo tiene en la mente que aquella persona que estudia derecho y que posteriormente se titula en la universidad, es un abogado, en realidad esto no es así, es un Licenciado en Derecho, un abogado, el es quien practica el derecho en la profesión.


Para poder ejercer la profesión de "abogado", el profesionista debe dedicar su vida a dar consejos jurídicos y pedir justicia en los tribunales o de igual manera a ser jurista, quien no haga esto será todo lo licenciado que quiera pero abogado no. En esta línea, hay muchos licenciados en derecho, pero son pocos los abogados.


Todo abogado debe comenzar la abogacía en la rectitud de la conciencia, defender con moral lo que no es correcto, ya que la rectitud en las acciones de un abogado en un asunto ante los tribunales y sobre todo con su cliente, tiene que ser el eje central del comportamiento ético de todo profesional que ejerce la práctica del derecho.


Un ejemplo de un abogado que no acepto ir en contra de su moral fue San Alfonso María de Liborio, mejor conocido como el “patrono de los abogados” o el “patrón de los confesores y moralistas”. Quién empezó a estudiar leyes a los 13 años y a los 16 años presentó el examen de doctorado en derecho civil y canónico en la Universidad de Nápoles. A los 19 años ya era un abogado famoso, y que según se cuenta, que como abogado no perdió ningún caso en 8 años, teniendo varios éxitos, que inspiraba la confianza en sus defendidos y persuadía mediante su elocuencia a las personas, con un marcado desinterés por el dinero. Pero que decidió apartarse de la profesión, cuando defendió al Doctor Orsini contra el duque de Toscana, quien le hizo firmar una declaración amañada en la cual establecía que se había equivocado, y que con este medio obtuvo el triunfo de este asunto. Posteriormente esta persona se convirtió en un gran santo.


Este es un breve ejemplo, nosotros no tenemos por qué dejar la práctica del derecho como lo hizo san Alfonso, pero la moral y la ética deben ser la principal bandera que nos identifique en la realización de nuestra profesión, ya que de por si nuestra profesión es ligada a términos de corrupción, malas praxis, el ganar dinero sangrando al cliente y porque no decirlo en palabras coloquiales un “ratero”, pues hace más difícil que las personas y los clientes confíen en un abogado, y sobre todo los recién egresados de las facultades de derecho que van surgiendo con el paso del tiempo.


Los abogados somos privilegiados, porque buscamos solucionar los problemas legales de las personas o defendemos sus derechos o intereses ante los tribunales. Pero ante todo, debemos ser buenas personas, nuestro cliente confía en nosotros, primero es perseguir su interés por encima del nuestro, así como actuar con ética frente a los colegas en un litigio.



"Como profesionistas debemos ser el reflejo de nuestros valores, pero sobre todo como personas."

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